viernes, 3 de agosto de 2012

TEMPLAR EL ACERO

Cuenta la historia del herrero que , despúes de una juventud  llena de excesos, decidio entregar su alma a Dios, Durante muchos años trabajo con ahinco, practicó la caridad, pero, a pesar de toda su dedicación, nada parecia andar bien en su vida , muy por el contrario :sus problemas y sus deudas se acumulaban día a día.

Una hermosa tarde,  un amigo que lo visitaba, y que sentía compasión por su situación dificil, le comento : " Realmente es muy extraño que justamente después de haber decidido volverte un hombre temeroso de Dios , tu vida haya comenzado a empeorar. No deseo debilitar tu fe , pero a pesar de tus creencias en el mundo espiritual, nada ha mejorado ".

El herrero no respondió enseguida : él ya habia pensado en eso muchas veces, sin entender lo que acontecia con su vida, sin embargo como no deseaba dejar al amigo sin respuesta, comenzó a hablar, y terminó por encontrar la explicación . He aqui lo que dijo el herrero: en este taller yo recibo el acero aún sin trabajar, y debo transformarlo en espadas. ¿ Sabes tú cómo se hace esto ?.

Primero, caliento la chapa de acero a un calor infernal , hasta que se pone al rojo vivo. Enseguida, sin ninguna  piedad , tomo el martillo más pesado y le aplico varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada. Luego la sumerjo en un balde de agua fria , y el taller entero se llena con el ruido del vapor , porque la pieza estalla y grita  a causa del violento cambio de temperatura. Tengo que repetir este proceso hasta  obtener la espada perfecta : una sola vez no es suficiente.

El herrero hizo una larga pausa,  y siguió. A veces, el acero que llega a mis manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fria terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, me doy cuenta que jamás se transformará  en una buena hoja de espada.

Y entonces, simplemente lo dejo en la montaña de hierro viejo que ves a la entrada de mi herrería . Hizo otra pausa más y el herrero terminó :  Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. Acepto los martillazos que la vida me da , y a veces me siento tan frío e insensible  como el agua que hace sufrir al acero .Pero la única cosa que pienso es :
Dios mío , no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mi . Inténtalo de la manera que te parezca mejor, por el tiempo que quieras , pero nunca me pongas en la montaña de hierro viejo de las almas.



Historias de Luz y Sabiduría

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